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Martes, 21 de noviembre de 2023   
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[21 de noviembre de 2023, Bogotá, canal TV UNAD VIRTUAL, Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), Colombia.]
[Fragmento]

En el curso de 1959, Merleau-Ponty expondrá frontalmente su idea de Husserl, distinguiendo en su obra tres períodos: 1. El periodo de las Investigaciones Lógicas con las nociones de intencionalidad, esencia y facticidad; 2. El período de las Ideas como regresión idealista de la fenomenología; 3. El período de las Meditaciones cartesianas, interpretado como retractación del idealismo y exploración de las dimensiones verticales: Leib, pasividad e intersubjetividad, que significan el despliegue de la fenomenología que él mismo acoge. En 1945, en el Prólogo a la primera edición de Phénoménologie de la perception, al abordar el verdadero sentido de la célebre reducción fenomenológica, Maurice Merleau-Ponty anunciará la irreductible limitación interna de los poderes constituyentes del sujeto, poniendo en duda la homogeneidad y la consistencia de una realidad objetivamente constituida por el dominio invulnerable de la subjetividad. Frente a una aparente y sólida envoltura de determinaciones objetivas, el mundo así constituido aparecerá como un campo lacunario, repleto de vacíos, fisuras, huecos, fruto de un regresivo empobrecimiento en el que se exhibe la fragilidad de las potencias del sujeto. Sin embargo, la realidad será un tejido sólido, denso, compacto, semejante a la descripción parmenídea del ser. La plenitud de lo Invisible dará paso a la incompletitud de lo Visible, y tal riqueza se irá empobreciendo, exigiendo el concurso necesario de la subjetividad en un intento de completar virtualmente, y a través de la Phantasia, las continuas fracturas en la solidez de este ser bruto y salvaje. De este modo, Merleau-Ponty anticipará una consecuencia teórica de la máxima relevancia filosófica:

«La realidad está por describir, no por construir o constituir. Esto quiere decir que no puedo asimilar la percepción a las síntesis que pertenecen al orden del juicio, de los actos o de la predicación. En cada momento mi campo perceptivo está lleno de reflejos, de fisuras, de impresiones táctiles fugaces que no estoy en condiciones de vincular precisamente con el contexto percibido y que, no obstante, sitúo desde el principio en el mundo, sin confundirlos nunca con mis ensueños. También en cada instante sueño en torno a las cosas, imagino objetos o personas cuya presencia aquí no es incompatible con el contexto, mas que no se mezclan con el mundo: preceden al mundo, están en el teatro de lo imaginario. Si la realidad de mi percepción no se fundara más que en la coherencia intrínseca de las “representaciones”, tendría que ser siempre vacilante y, abandonado a mis conjeturas probables, constantemente tendría yo que deshacer unas síntesis ilusorias y reintegrar a la realidad unos fenómenos aberrantes de antemano excluidos por mí de la misma. No hay tal. La realidad es un tejido sólido, no aguarda nuestros juicios para anexarse los fenómenos más sorprendentes, ni para rechazar nuestras imaginaciones más verosímiles»[1].

La indeterminación en el proceso de constitución de la objetividad aparecerá como un tema medular en el periodo de las Investigaciones Lógicas. Será en la Investigación Sexta, en el desarrollo de «Los elementos de un esclarecimiento fenomenológico del conocimiento»[2], donde Husserl exponga el proceso de conocimiento como «síntesis del cumplimiento» desde sus diferentes grados, exponiendo la relación que se da entre estas «síntesis de cumplimiento», el denominado «proceso de recognición», en tanto característica general de toda experiencia intencional, la naturaleza de la «distanciación», en cuanto función especial de la conciencia intencional, y el «excedente de sentido», como consecuencia de la distanciación expuesta en el proceso de recognición. En la experiencia ordinaria el «cumplimiento» comunicará su «plenitud» a la intención, y de este modo ajustaremos, esquivaremos, rectificaremos, un mundo siempre en curso de constitución y desmontaje. Tal como dirá el propio Husserl en su sexta investigación: «Las ganacias y las pérdidas se compensan a cada paso»[3].

A ello habrá que añadir la dialéctica de lo lleno (Fülle) y lo vacío (Leere). Tal dialéctica aparecerá descrita por Husserl, en primer lugar, en el tomo II de las Investigaciones Lógicas y, posteriormente, en las sucesivas secciones del Análisis sobre la síntesis pasiva[4], y, sobre todo, en su Introducción, al abordar el problema de la percepción, justo antes de iniciar su análisis sobre las «síntesis de cumplimiento». La Leerbewusstsein jugará un papel fundamental en el proceso de percepción y en la génesis de sentido. Ya en el §19 de las Meditaciones Cartesianas, al tratar de la «Actualidad y potencialidad de la vida intencional»[5], el autor señalará que toda actualidad implica sus potencialidades, que no serán posibilidades vacías, sino posibilidades de un contenido e intención predeterminados en la propia vivencia actual correspondiente, y además revestidas del carácter de posibilidades realizables por el yo. Se tratará, en definitiva, de describir cómo «lo vacío intenta apropiarse de lo lleno» y cómo «lo lleno parece devenir en un nuevo vacío»[6]. Tal discusión será retomada por Husserl al abordar, en su Análisis sobre la Síntesis Pasiva, el problema de la «Conciencia de sí en la percepción», en el epígrafe titulado: «La relación entre lo lleno y lo vacío en el proceso de percepción y la toma de conocimiento»[7]. Lo vacío aparecerá en forma de transposibilidad[8], como una «indeterminación determinable».

En el texto 18 del volumen XXIII de la Husserliana, y tal como nos recuerda Marc Richir en sus Fragmentos fenomenológicos sobre el lenguaje, Husserl nos advertirá de la relevancia teórica de un problema fundamental: la «transicionalidad». Tal noción, que posteriormente será desarrollada por la psicología en el ámbito del desarrollo emocional primitivo[9], entrañará en este contexto la exhibición, en el mismo proceso de constitución, de un movimiento mutuo e ilimitado entre Realidad y Phantasia. De ahí, que el autor prefiera hablar de Phantasia «entre-perceptiva», que resultará ser la clave para comprender tanto el fenómeno del cumplimiento como la naturaleza de la subjetividad.

Si hacemos memoria, a lo largo de toda la Fenomenología de la percepción, Merleau-Ponty había incidido en la importancia de lo que había denominado «síntesis de transición». Al tratar de La Profundidad, ya había constatado que la posible “figurabilidad” en el espacio era virtualmente transicional: «Si queremos aún hablar de síntesis, será, como Husserl dice, una “síntesis de transición”, que no vincula unas perspectivas discretas, sino que efectúa el “paso” de una a otra»[10]. En otros momentos nos dirá que no tengo una visión perceptiva, luego otra, y entre ellas un vínculo de entendimiento, sino que cada perspectiva pasa “en” la otra, y que si aún puede hablarse de síntesis, se tratará de una «síntesis de transición» (Übergangssynthesis). De este modo, podremos hablar de un «objeto transicional», en la medida en que hay «percepción» (Perzeption), o apariencia de «percepción», pero no hay un Bildobjekt (su imagen física) ni un Bildsubjekt (la imagen mental). Tal «objeto» (transicional) será percibido en Phantasia, puesto que no habrá todavía objeto imaginado (Bildsubjekt). El «objeto transicional» no será una imagen, no será la figuración en Bildobjekt de un Bildsubjekt. La «transicionalidad» se convertirá en una dimensión primitiva de la Phantasia que hará posible la supuesta plenitud de los objetos, dejando patente la imperfección del ser intencional.

Habrá sentido cuando una de nuestras intenciones esté colmada, o cuando, tal como nos señalará Merleau-Ponty, una pluralidad de hechos o signos se preste a una reanudación constante de «cumplimiento». La posible proto-figurabilidad de lo real sucederá en un régimen de Phantasia «entre-perceptiva», o transicional, que supondrá a su vez una interfacticidad trascendental, una pluralidad potencial, donde otras miradas transposibles (virtuales) podrán dar consistencia a la inestabilidad del paso entre lo real y lo «fantástico». De este modo, lo virtual, lo figurable en Phantasia, será por esencia no-posicional, es decir, no serán figuraciones de la Imaginación (que sí funciona en régimen intencional), sino solamente su posibilidad, portadora ya de un sentido in fieri (Sinnbildung). Hablaremos de un horizonte ineludible de intersubjetividad, pero entendida como interfacticidad, puesto que se tratará de un encuentro transposible en el mismo proceso de formación de sentidos, en una facticidad abierta. No habrá una coincidencia eidética entre sujetos, sino una vibración resonante, un parpadeo fenoménico en el que se activa la profundidad de mi Leib, poniéndose en resonancia con el Leib ajeno. Tal comunicación será sólo posible porque lo que reverberará en un fondo originario serán los diversos desfases recíprocos, los desacuerdos propios en un intento de cumplimiento siempre inacabado. Esta pluralidad potencial y originaria de “egos” singulares en interfacticidad asistirá a un desajuste, un paréntesis transicional inestable, en el que otros “yoes” transposibles (virtuales) se darán cita en el registro de la Phantasia. La transicionalidad, que caracterizará el cumplimiento transposible de los vacíos (Leere) en el proceso de constitución de la realidad, será rítmica, fugaz, proteiforme e inestable, un campo virtual de transposibilidades compartidas en una interfacticidad trascendental.

De este modo, en las lagunas, en los cortes, en los “lugares vacíos” o “lugares de indeterminación”, la dimensión primitiva de la Phantasia nos mostrará el salto de un registro arquitectónico a otro, su transposición arquitectónica (transpasibilidad), o resonancia entre registros diferentes, y la consiguiente «deformación coherente», en términos merleau-pontianos, que vendrá a descubrir los hiatos que separan las carencias, los huecos en la indeterminación de la realidad, fruto del empobrecimiento, de la degradación de lo Invisible al contraerse al territorio de lo Visible. El paso de la virtualidad (transpasibilidad) a la posibilidad como potencia referida a una actualidad aparecerá como un salto de hiato, es decir, como un salto de un registro arquitectónico a otro, sin posibilidad alguna de deducción. El régimen de Phantasia «entre-perceptiva» nos permitirá un acceso intempestivo, fugaz e intermitente a la Sachlichkeit. En este estadio de la vida subjetiva no habrá coincidencia del ego consigo mismo. Habrá una pérdida de sí mismo, una Selbstverlorenheit, una Selbstvergessenheit, una carencia de reflexión y autopercepción. No habrá un sentido previo a la subjetividad, ni una subjetividad anterior al sentido. Habrá una oscilación intermitente (Schwingung) que determina la transicionalidad, un «ritmo» que articula y ensambla los fenómenos en una transgresión del flujo uniforme y estratificado del tiempo, como un “eco” que resuena en un caos originario, recubriendo dominios sensibles, múltiples y dispares. Este “eco” será, en definitiva, la resonancia rítmica del esquema trascendental, según el cual el mundo se “fenomenaliza” como fenómeno. La propia naturaleza virtual de la subjetividad quedará patente a la luz negra de la Phantasia.

Un suelo hiperdenso de afecciones dará lugar a la estructura de simulacro ontológico que hace de la subjetividad un aparente medio homogéneo, una instancia virtual que da lugar al nacimiento de un primer “yo”, el más arcaico, y que condensa un “adentro”, una aparente clausura, o una intimidad por relación a un “afuera” vacío en el que vibran las esencias salvajes, la realidad en cuanto esquematismo. De este modo, la subjetividad resultará ser una densificación que se muestra como una emergencia residual, amplificada en un ritmo no objetivo, hilético, material, discontinuo, que cohesiona en la distancia una resonancia de elementos salvajes que sólo ella misma puede despertar. Este horizonte vacío, horizonte de ausencia del mundo, es el horizonte de ausencia de nuestra subjetividad, arrastrada en la profundidad insondable de este abismo que la fenomenología denomina con el enigmático concepto de «inconsciente» (Unbewusstsein) y que es, más bien, una región de extremada conciencia donde sucede este extraño abandono de la subjetividad (asubjetividad) para ser en la génesis misma del sentido, en un sentido donde su origen está siempre comenzando. De este modo, comprenderemos las enigmáticas palabras de Merleau-Ponty al describir intuitivamente la naturaleza de la subjetividad como un “alojamiento”, identificándola con un incumplimiento, con las fisuras, las lagunas, los pliegues de la propia realidad:

«La supuesta plenitud del objeto y del instante no brota más que ante la imperfección del ser intencional. […] Es, pues, esencial para la cosa y para el mundo el que se presenten como “abiertos”, el que nos remitan más allá de sus manifestaciones determinadas, que nos prometan siempre “algo más por ver”. Es lo que algunas veces se expresa al decir que la cosa y el mundo son misteriosos. Lo son, en efecto, desde que no nos limitamos a su aspecto objetivo y que los situamos en el medio de la subjetividad. […] Nada hay por ver más allá de nuestros horizontes, sino otros paisajes y otros horizontes; nada al interior de la cosa, salvo otras cosas más pequeñas. El ideal del pensamiento objetivo es a la vez fundado y derrumbado por la temporalidad. El mundo en el sentido pleno del vocablo no es un objeto, tiene envoltura de determinaciones objetivas, pero también tiene fisuras, lagunas por donde las subjetividades se alojan en él o, mejor, que son las subjetividades mismas»[11].

[1] Maurice Merleau-Ponty. Fenomenología de la Percepción. Barcelona: Ed. Península, 2000; p. 10.

[2] Edmund Husserl. Investigaciones lógicas, vols. 1 y 2, trad. Manuel G. Morente y José Gaos. Madrid: Alianza Editorial, 1999, Inv. VI. Sección Primera, pp. 593-686.

[3] I. L., op. cit., Inv. VI, §16, p. 647.

[4] Edmund Husserl. Analysen zur passiven Synthesis. Aus Vorlesungs- und Forschungsmanuskripten, 1918-1926. Edited by Margot Fleischer. The Hague, Netherlands: Martinus Nijhoff, 1966.  Hua XI, 6 ss.

[5] Edmund Husserl. Cartesianische Meditationem. Eine Einleitung in die Phänomenologie, The Hague, Netherlands: Martinus Nijhoff, 1973, p. 81. Traducción española: Meditaciones cartesianas. México: F.C.E., 1985, p. 92.

[6] Edmund Husserl. Phänomenologische Psychologie. Vorlesungen Sommersemester. 1925. Edited by Walter Biemel. The Hague, Netherlands: Martinus Nijhoff, 1968. Hua IX, 7.

[7] Edmund Husserl. op. cit., pp. 98-101; Hua XI, 7-11.

[8] Henry Maldiney. Penser l´homme et la folie. Grenoble: J. Millon, 1977.

[9] Donald Winnicott. «Objetos transicionales y fenómenos transicionales», Realidad y juego. Buenos Aires: Galerna, 1972.

[10] Maurice Merleau-Ponty. op. cit., p. 280.

[11] Maurice Merleau-Ponty. op. cit., pp. 346-347.

Maurice Merleau-Ponty y el materialismo fenomenológico. Filosofía en red. Martes, 21 de noviembre de 2023. Hora: 11:00 AM- COL. TV UNAD VIRTUAL.

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