Meditaciones estéticas. La experiencia sensible y sus horizontes. Coordinador Davide E. Daturi. Editorial Tirant Humanidades, Valencia, 2024.
¿Cuál es el futuro de la Estética en una época en que su objeto específico, el arte, parece haber olvidado toda regla y principio objetivo, y está a merced del poder reconstructivo de las nuevas tecnologías? ¿Qué tanto, hoy, conviene regresar al día en que nació, cuando fue definida una «gnoseología inferior»? Actualmente, justo esta improbable unión, en que por primera vez se encontró plasmada la posibilidad del vínculo entre sensibilidad y verdad, sigue representando un punto de partida poderoso para trazar nuevas coordenadas y abrir caminos inesperados en la comprensión del ser humano y su potencial creativo. Por tanto, pensar en la Estética hoy a partir de lo sensible significa regresar a plantearse el estatuto mismo de su existencia dentro del horizonte siempre renovado de las artes contemporáneas. En este sentido, la noción de sensibilidad leída en el marco fenomenológico, la reflexión sobre una «razón pictórica» en María Zambrano, la desimbolización en el arte a partir de Walter Benjamin, la posibilidad de una Estética dentro del Nuevo Realismo, la necesidad de Badiou en proponer el viraje hacia una “inestética” o la histórica interacción entre lo estético y lo político planteada por Rancière, son algunas de las coordenadas vivas elaboradas en este texto para poder mapear un territorio en continua reestructuración. Propiamente es este el objetivo del libro: reunir diferentes voces de expertos de México, España e Italia, trazando un diálogo que nos acompañe en la comprensión de una de las disciplinas más productivas y cuestionadas de la filosofía.

Estetización y desimbolización.
Luis Álvarez Falcón.
Debemos detenernos en la instancia de simbolización que caracteriza a los objetos del arte, en todas sus manifestaciones. En ese régimen fenomenológico, propio de la objetividad, la vivencia de la espacialidad y de la temporalidad quedan determinadas en el proceso de constitución. El lugar y la duración se exhiben en sus diferentes niveles de fenomenalización. La afectividad está entre el nivel de las emociones prácticas y el nivel de los sentimientos. El espacio de orientación se constituye entre una temporalidad vivida y un mundo de operaciones: el mundo de lo efectivo.
La naturaleza simbólica de los objetos del arte modifica nuestra experiencia del tiempo, del espacio y de la afectividad. Es la vivencia del cuerpo la que posibilita estabilizar su naturaleza simbólica. Es por ello por lo que decimos que el arte se vive con el cuerpo, que es punto cero: el paso de los afectos objetivos, o emociones prácticas, a los sentimientos en el nivel de lo artístico. Un centro de orientación cuyo aquí absoluto es un topos, un lugar que toma al cuerpo como aquí absoluto, como cuerpo interno, como Leib kinestésico, que ya no es solamente el sujeto natural, el sujeto de praxis en el mundo objetivo.
Cuando el objeto del arte se simboliza, amplía los dinamismos propios de la subjetividad en la génesis de sentido. No conocemos los límites de esta ampliación y su relación con los mecanismos de nuestra experiencia. Esta dinámica es propia de la dinámica de la experiencia. En unos casos son pérdidas que hacen posible una ganancia que abre un cambio de escala. La estabilidad que aporta el proceso de simbolización va generando sentido, que va a ser compartido intersubjetivamente. Cualquier carencia o deuda simbólica puede ser compensada por el diseño artístico de un mundo a la mano, al cuerpo, que hace lugar y orienta en un espacio de situación.
[…] publica Meditaciones estéticas. La experiencia sensible y sus horizontes. Coordinador Davide E. Daturi. Editorial Tirant Humanidades, Valencia, […]