[Entrevista de Richard Wisser en 1969 a Martin Heidegger: sobre el hombre, la ciencia y la técnica (Subtitulado).
[Entrevista radiofónica a Jean-Paul Sartre, autoportrait à 70 ans : «L’écrivain est fait pour parler du monde tout entier en parlant de lui-même tout entier». Les nuits de France culture.

 

En una célebre cita de Jean Paul Sartre en «Una idea fundamental de la fenomenología de Husserl: la intencionalidad», recogida en El hombre y las cosas, leíamos esta rigurosa advertencia:

«Si entraras “en” una conciencia –cosa por lo demás imposible- quedarías atrapado en un torbellino y serías arrojado afuera de nuevo, por ahí, sobre el árbol, en el polvo, porque la conciencia no tiene “interior” alguno; no es sino su propia exterioridad, y es este vuelco absoluto, este rechazo de la sustancia, lo que la hace una conciencia»[1].

Si bien para el pensador francés el antipsicologismo husserliano había significado el vaciamiento de la interioridad y el acceso de la libertad frente al mundo, sin embargo, un cierto oportunismo, redundante en la historia del pensamiento contemporáneo, parecía contraponer la trascendencia del ego a la autonomía de la conciencia espontánea que se autoconstituye. En 1934, en Alemania, Sartre escribía La trascendance de l´ego, en una clara proximidad a la filosofía fenomenológica. Sin embargo, a favor de un yo puro, del yo-polo del análisis intencional estático (noético-noemático), parecía ignorar o sacrificar el desarrollo de esta aproximación: el análisis intencional genético iniciado por Husserl ya a partir de 1917. En este sentido, ese yo trascendente no estaba ni formal ni materialmente en la conciencia, sino que estaba afuera, en el mundo. Era un ser del mundo, como el ego del otro. Para Sartre el antipsicologismo husserliano suponía, pues, un punto de partida oportuno para reordenar su escisión entre el ser y la conciencia en busca de una justificación de la libertad frente al mundo.

La contraposición del ego trascendente, el yo-polo en el flujo de la conciencia espontánea, a la propia autonomía de esta conciencia que se autoconstituye, indica que Sartre no entendió la naturaleza de la reducción fenomenológica. Ese “yo trascendente” (ego operatorio), que no está ni formal ni materialmente en la conciencia, sino que está afuera en el mundo, es el yo puro de una fenomenología interpretada bajo la atenta lectura de las Investigaciones lógicas, de Ideas, de las Lecciones de 1928 y de las Meditaciones cartesianas. En definitiva, es una lectura estándar de una fenomenología que reivindica la espontaneidad de la conciencia, tal como lo había hecho una determinada tradición del pensamiento francés: La Rochefoucauld y la tradición psicológica francesa.

Entrevista completa

En esta especie de perversa ignorancia, el oportuno rescate de Heidegger ya había mostrado la fecundidad de esta relajación en el contexto teórico. Recordemos que la formulación heideggeriana del problema no rebasaba el horizonte fenomenológico husserliano, sino que sacaba partido de éste en sus propias intenciones. El giro onto-fenomenológico de Heidegger tomaba el Dasein como base de la indagación de su sentido de ser, ignorando la necesidad de inquirir en su propio proceso de constitución[2]. Pese a la contundencia de esta afirmación, deberemos recordar también que el propio Heidegger reconoció la irremediable deriva de este planteamiento elemental. En 1938, año de la muerte de Husserl, cinco años después de la toma del poder por parte de Hitler y de la asunción del Rectorado de la Universidad de Friburgo, bajo el enigmático rótulo de «La época de la imagen del mundo», parecerá presagiar el designio fatal de su nostálgica empresa:

«La metafísica fundamenta una era, desde el momento en que, por medio de una determinada interpretación de lo ente y una determinada concepción de la verdad, le procura a ésta el fundamento de la forma de su esencia. Este fundamento domina por completo todos los fenómenos que caracterizan a dicha era, y viceversa: quien sepa meditar puede reconocer en estos fenómenos el fundamento metafísico»[3].

En el Seminario de Zähringen[4], en 1973, Heidegger, a instancias de Jean Beaufret, dejaba constancia del origen teórico de sus divergencias con Husserl. En Le Thor, ya se había formulado la pregunta: ¿En qué medida se podía decir que en Husserl no hubo pregunta por el ser? La sexta de las Investigaciones Lógicas[5] fue determinante en esta justificación. La hazaña de Husserl consistió, justamente, en esta puesta en presencia del ser, fenoménicamente presente en la categoría: «Este estar-en-una-apertura es lo que en Sein und Zeit se nombra Dasein. Dasein, hay que entenderlo como die Lichtungsein, ser el claro (éclarcie). El Da, en efecto, es la palabra para la apertura. Vemos aquí claramente que la conciencia se enraíza en el Dasein y no a la inversa»[6].

Heidegger había ignorado que el ser-en-el-mundo ya está constituido, en una escala fenomenológica que descubrirá el análisis genético y que comienza con la epojé, desplegándose tras la reducción. Para Heidegger el ser-en-el-mundo parece ser una plataforma, un plano nivelado en un determinado registro arquitectónico, desde donde proceder al análisis de su sentido de ser. La facticidad cobrará así un cierto carácter metafísico, ajeno al despliegue de la subjetividad, más allá de la efectividad y de la objetividad del mundo vivido. El giro onto-fenomenológico constituirá una metábasis eis allos genos, en referencia a la confusión de niveles de análisis y de exhibición de los fenómenos, y en cierto modo, resultará una anástasis de la subjetividad, una transliteración de la palabra griega para Resurrección de Cristo, que se exhibirá, posteriormente, en un giro onto-teológico.

Para Sartre la conciencia será el eje que vertebra las disociaciones entre el ser y el ego, teniendo la libertad como horizonte de aproximación. Por consiguiente, la primera disociación planteada será la que separa la conciencia del ego. La imaginación será el primer indicio de la libertad de la conciencia, de su absoluta espontaneidad. Esta espontaneidad resultará de un salto al vacío, de un chōrismós que acentúa la separación entre lo real y lo imaginario. La imaginación no parece plegarse a la organización de la realidad, escapando al control ejercido por la voluntad. De este modo, lo imaginario constituye una sombra, una zona o región oscura donde el dominio de la intencionalidad  llega modulado y cuya confusión puede terminar convirtiéndose en una patología. La imaginación, pues, no parece estar sujeta a la constitución de lo real, no aparenta intervenir ni siquiera en el mundo de la objetividad al cual pertenece. De ahí que su “irrealidad” sea el evidente indicio de una absoluta espontaneidad de la conciencia, de una radical libertad que pone en tela de juicio la consistencia de la unidad del yo, desmantelando la vida que se organiza en torno a él y generando una irreductible angustia.

En su artículo de 1936, Sartre definía la trascendencia del ego como el hundimiento de toda interioridad y la proyección desbordante hacia el exterior de todos los objetos y del ego mismo. La intencionalidad se convierte en el dispositivo de una conciencia incondicionada, vacía y espontánea, y el ego resulta ser un residuo concomitante de esta conciencia, permanentemente segregado de ella. El uso que la conciencia hace del ego sólo está justificado por la necesidad de proyección exterior de su propia espontaneidad. De ahí que la propia espontaneidad del ego sea una degradación frente al exceso de esta conciencia impersonal y arrasadora. Su insurrección rinde una insoportable libertad sobre la organización del mundo y sobre la unidad del yo.

El mismo año que Sartre escribía La trascendance de l´ego, entre el siete y el nueve de mayo de 1934, Husserl había redactado un manuscrito fundamental: Inversión de la teoría copernicana según la interpreta la cosmovisión habitual. El arca originaria „Tierra“ no se mueve. Investigaciones básicas sobre el origen fenomenológico de la corporeidad, de la espacialidad de la Naturaleza en el sentido científico-natural primero. Necesarias investigaciones iniciales[7]. Tal como nos señalará Agustín Serrano de Haro, en su traducción de 1995, este opúsculo de fenomenología genética nos ofrecerá los desarrollos iniciales de una «ontología del mundo de la vida»[8].

 

INA

 

 «L’écrivain est fait pour parler du monde tout entier en parlant de lui-même tout entier»
Entrevista radiofónica a Jean-Paul Sartre, 1975

Bibliografía citada

Álvarez Falcón, L. 2009. Realidad, arte y conocimiento. La deriva estética tras el pensamiento contemporáneo. Barcelona: Editorial Horsori,

Heidegger, M. 1986. Gesamtausgabe, I. Abteilung: Veröffentlichte Schriften 1910-1976, Band 15: Seminare. Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann Verlag.

Heidegger, M. 2003. Bemerkungen zu Kunst-Plastik-Raum. Die Kunst und der Raum. Observaciones relativas al arte-la plástica-el espacio. El arte y el espacio. Oharkizunak arteari, plastikari eta espazioari buruz. Artea eta espazioa. Edición trilingüe alemán-castellano-euskera. Cuadernos de la Cátedra Jorge Oteiza. Pamplona: Universidad Pública de Navarra.

Heidegger, M. 2005. Seminario de Zähringen.1973. Trad. Oscar Lorca. Revista A Parte rei, n. 37. 

Husserl, E. 1940. Grundlegende Untersuchungen zum phänomenologischen Ursprung der Räumlichkeit der Natur. In Marvin Farber (ed.), Philosophical Essays in Memory of Edmund Husserl, Cambridge (Mass.).

Husserl, E. 1940. Umsturz der kopernikanischen Lehre in der gewöhnlichen weltanschaulichen Interpretation. Die Ur-Arche Erde bewegt sich nicht. Grundlegende Untersuchungen zum phänomenologischen Ursprung der Köperlichkeit der Räumlichkeit der Natur in ersten naturwissenschaftlichen Sinne. Alles notwendige Anfangsuntersuchungen, Texto D 17 (1934), en Marvin Farber (ed.), Philosophical Essays in Memory of Edmund Husserl, Cambridge (Mass.); pp. 307-325. French translation: Husserl, E. 1989. L´arche-originaire Terre ne se meut pas. Recherches fondamentales sur l´origine phénoménologique de la spatialité de la nature, trad. D. Franck, en La Terre ne se meut pas, Paris: Minuit. Spanish translation: Husserl, E. 1995. La Tierra no se mueve, trans. Agustín Serrano de Haro, Madrid: Facultad de Filosofía, Universidad Complutense.

 

[1] Sartre, J. P. 1960. «Una idea fundamental de la fenomenología de Husserl: la intencionalidad», en El hombre y las cosas, Argentina: Losada.

[2] Álvarez Falcón, L. 2009. Realidad, arte y conocimiento. La deriva estética tras el pensamiento contemporáneo. Barcelona: Editorial Horsori.

[3] Heidegger, M. 2003. «La época de la imagen del mundo», en Caminos de Bosque, Madrid: Alianza Editorial, p. 63.

[4] Heidegger, M.1986. Gesamtausgabe, I. Abteilung: Veröffentlichte Schriften 1910-1976, Band 15: Seminare, Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann Verlag.

[5] Husserl, E. 1999. Investigaciones lógicas, vols. 1 y 2, trad. Manuel G. Morente y José Gaos, Madrid: Alianza Editorial.

[6] Heidegger, M. 1986. Gesamtausgabe, I., op. cit., Band 15., p. 444.

[7] Husserl, E. 1940. Umsturz der kopernikanischen Lehre in der gewöhnlichen weltanschaulichen Interpretation. Die Ur-Arche Erde bewegt sich nicht. Grundlegende Untersuchungen zum phänomenologischen Ursprung der Köperlichkeit der Räumlichkeit der Natur in ersten naturwissenschaftlichen Sinne. Alles notwendige Anfangsuntersuchungen, Texto D 17 (1934), en Marvin Farber (ed.), Philosophical Essays in Memory of Edmund Husserl, Cambridge (Mass.); pp. 307-325.

[8] Husserl, E. 1995. La Tierra no se mueve, trad. Agustín Serrano de Haro, Madrid: Facultad de Filosofía, Universidad Complutense; pp. 7-8.