Audiovisual. Metodología fenomenológica.  Filosofía y Arquitectura.  Curso Metodologías Fenomenológicas Multisectoriales (MPhM).
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La arquitectura es un lugar paradigmático donde poner en ejercicio los dinamismos propios de la subjetividad en su afán por constituir el espacio, el lugar, la localidad y nuestra habitabilidad en el mundo. La arquitectura y la filosofía fenomenología convergen en su ejercicio, tal como hemos expuesto en otras ocasiones al desarrollar las relaciones entre filosofía y arquitectura.

A continuación, les presentamos un audiovisual que pretende ser una propuesta lúdica y pedagógica. Se han seleccionado ocho autores representativos en la historia de la arquitectura contemporánea: Frank Lloyd Wright, Ludwig Mies van der Rohe, Oscar Niemeyer, Lúcio Costa, Álvaro Siza Vieira, Frank Owen Gehry, Norman Foster y Zaha Hadid. Los criterios de selección han sido exclusivamente intrínsecos: estéticos y fenomenológicos. No se han tenido en cuenta otros criterios extrínsecos: ideológicos, morales, económicos, políticos o de género.

El documento se presenta como una propuesta didáctica. En sus márgenes podrán encontrar una selección de conceptos y categorías comunes a la filosofía fenomenológica y a la arquitectura. De este modo, cada noción pone en correspondencia el análisis descriptivo de la fenomenología y la práctica arquitectónica. Este paralelismo conceptual pretende ser una invitación para el panorama actual de la arquitectura y un reto para la teoría estética contemporánea. En sus términos podrán hallar las claves necesarias para comprender el modo en el que construimos los lugares y la forma en la que habitamos el mundo.

[Fenomenología, física y vanguardias artísticas].

A principios del siglo XX, se produjo un interesante fenómeno en el mundo del conocimiento y de las artes. Por un lado, la filosofía se estaba renovando y ampliando a través del desarrollo de la fenomenología, una corriente que proponía una nueva manera de entender la experiencia humana y su relación con el mundo. Al mismo tiempo, la física también estaba viviendo una revolución, con el surgimiento de la física cuántica, que desafiaba las concepciones clásicas del universo y abría nuevas posibilidades de comprensión.

En el ámbito artístico, se produjeron también importantes cambios y revoluciones, con el surgimiento de corrientes como el expresionismo, el cubismo, el futurismo o el surrealismo, que ampliaron y cuestionaron los límites del arte clásico y sus formas tradicionales de representación[1].

[La ampliación del modelo clásico].

Estas tres corrientes, la fenomenología, la física cuántica y las vanguardias artísticas, comparten un elemento en común: todas proponen una ampliación y un cuestionamiento de los paradigmas tradicionales en sus respectivos campos de conocimiento. La fenomenología propone un nuevo enfoque en la comprensión de la experiencia humana, la física cuántica desafía las concepciones clásicas de la física, y las revoluciones artísticas cuestionan y amplían los límites del arte clásico.

Además, estas corrientes también comparten una actitud crítica y exploratoria, que las lleva a cuestionar las verdades establecidas y a buscar nuevas formas de comprensión y representación. En este sentido, la fenomenología, la física cuántica y las vanguardias artísticas pueden ser vistas como expresiones de una misma inquietud y de un mismo deseo de explorar nuevos territorios del conocimiento y de la creatividad[2].

[Teoría, corriente y método].

La fenomenología es una teoría, una corriente filosófica y un método descriptivo, cuyos orígenes se remontan a los finales del siglo XIX y a los principios del siglo XX con el filósofo alemán Edmund Husserl. Se caracteriza por su enfoque en la descripción y comprensión de la experiencia y de la conciencia humana tal como se presenta directamente, sin presuposiciones ni interpretaciones preconcebidas.

Como teoría, la fenomenología sostiene que la realidad se manifiesta a través de la experiencia consciente. Husserl argumentaba que debemos dirigir nuestra atención hacia los fenómenos tal como aparecen en nuestra conciencia, en lugar de especular sobre su existencia externa o recurrir a teorías científicas o conceptos abstractos (psicologismo, positivismo, historicismo, naturalismo, etc.). La fenomenología busca comprender los fenómenos tal como se nos muestran, tal como aparecen, y en su aparecer mismo, explorando su estructura, sus relaciones y sus significados.

Como corriente filosófica, la fenomenología ha influido en diversos campos del pensamiento, como la filosofía de la mente, la filosofía de la percepción, la teoría estética, la filosofía del lenguaje y la filosofía social. Además, sus desarrollos se han trasladado a los diversos campos prácticos de aplicación: tecnología, ciencias de la salud, diseño, arquitectura, etc.

Como método descriptivo, la fenomenología busca acceder a la estructura esencial de los fenómenos a través de la “epoché” o reducción fenomenológica[3]. Esta consiste en suspender los juicios y las creencias previas, así como las teorías y las presuposiciones científicas, para poder observar y describir los fenómenos de manera imparcial. La fenomenología utiliza también la intuición eidética, que es una forma de observación atenta y detallada de los fenómenos con el fin de captar su esencia y su significado.

La arquitectura es una disciplina que se ocupa del diseño, la ordenación urbana, la planificación y la construcción de espacios habitables y edificios. Sin embargo, también se puede abordar la arquitectura desde tres perspectivas diferentes: como teoría estética, como corriente artística y como método técnico.

Como teoría estética, la arquitectura se ocupa de la belleza y la apreciación estética de los espacios construidos. En este sentido, la arquitectura busca la armonía, la proporción, la composición y otros elementos estéticos para crear edificios y entornos habitables y agradables visualmente. La teoría estética en arquitectura abarca conceptos como la forma, el espacio, la luz, el color y la materialidad, y busca comprender cómo estos elementos influyen en la experiencia estética de los usuarios.

Como corriente artística, la arquitectura puede expresar ideas, valores y emociones a través de su diseño. Los arquitectos pueden emplear distintos estilos arquitectónicos, como el gótico, el renacentista, el moderno o el posmoderno, para transmitir mensajes estéticos, culturales o sociales. La arquitectura como corriente artística se centra en la creatividad, la originalidad y la expresión personal del arquitecto, y puede ser influenciada por movimientos filosóficos y artísticos más amplios de su época.

Como método técnico, la arquitectura implica el dominio de conocimientos y habilidades técnicas para diseñar y construir edificios. Esto incluye la comprensión de los materiales de construcción, las técnicas de ingeniería, las normativas de seguridad y los aspectos funcionales de los espacios. Los arquitectos utilizan herramientas como dibujos técnicos, modelos tridimensionales y software de diseño asistido por computadora (CAD) e IA para desarrollar y comunicar sus ideas. El método técnico en arquitectura se basa en principios de diseño, cálculos estructurales, coordinación con otros profesionales de la construcción y la supervisión de la ejecución del proyecto.

 

[La fenomenología y la arquitectura como ampliaciones].

La fenomenología se presenta como una corriente filosófica que busca una comprensión profunda y detallada de la experiencia humana, tanto en su aspecto subjetivo como objetivo. Esta corriente surge como una crítica a la filosofía tradicional que se centraba en el estudio de la razón y la lógica abstracta, dejando de lado la experiencia concreta del ser humano en el mundo.

Así como los números complejos son una ampliación de los números reales, haciendo posible la representación de ciertas situaciones matemáticas que los números reales no pueden explicar, la fenomenología se presenta como una ampliación de la filosofía clásica, permitiendo explorar ciertos aspectos de la experiencia humana que la filosofía clásica no podía abordar de manera adecuada.

Por otro lado, en el siglo XX se produjo una importante revolución en la arquitectura, que cuestionó los paradigmas establecidos y buscó nuevas formas de relación entre la construcción y su entorno, así como entre la construcción y las personas que la habitan.

Durante el siglo XX, surgieron diversas corrientes arquitectónicas que reflejaban los cambios sociales, políticos y tecnológicos de la época. El movimiento modernista se caracterizó por la simplificación de formas, la eliminación de ornamentos y la incorporación de materiales y tecnologías modernas. Esta corriente buscaba una arquitectura funcional y racional, que reflejara la sociedad industrial del siglo XX. Algunos de sus exponentes más conocidos fueron Le Corbusier, Mies van der Rohe y Walter Gropius. Por otro lado, el Art Decó surgió en la década de 1920 y se caracterizó por la utilización de materiales lujosos y la ornamentación excesiva. Esta corriente buscaba una arquitectura que reflejara el optimismo y la prosperidad de la época, y tuvo un gran impacto en la arquitectura de los edificios comerciales y de entretenimiento.

En la década de 1950, el Brutalismo se caracterizó por el uso de materiales crudos y de una estética austera. Esta corriente buscaba una arquitectura honesta y sin pretensiones, que reflejara la “brutalidad” de la sociedad moderna. El estilo se popularizó en la construcción de edificios gubernamentales y universitarios. Posteriormente, en la década de 1960, surgió el Postmodernismo, caracterizándose por la combinación de estilos y la utilización de elementos ornamentales y decorativos. Esta corriente buscaba una arquitectura más lúdica y expresiva, que cuestionara la rigidez del modernismo. Algunos de sus exponentes más conocidos fueron Robert Venturi y Frank Gehry.

Fue a partir de la década de 1980 cuando el Deconstructivismo desarrolló la utilización de formas fragmentadas y asimétricas. Esta corriente buscaba una arquitectura que desafiara las convenciones y la lógica, y que cuestionara la idea de la estructura estable y sólida. Algunos de sus exponentes más conocidos fueron Zaha Hadid y Rem Koolhaas[4].

[Fenomenología y Arquitectura].

En este sentido, la fenomenología y la arquitectura comparten una misma preocupación por la experiencia humana en el mundo construido. La fenomenología, a través de su método de análisis detallado de la experiencia, busca descubrir los aspectos esenciales que hacen que una experiencia sea lo que es, y cómo estos aspectos se relacionan con la realidad y con la subjetividad.

Por su parte, la arquitectura, a través de su interés en la relación entre la construcción y su entorno, busca una integración más armónica entre el hombre y la naturaleza, y una mejor adaptación a las necesidades y experiencias de las personas que la habitan.

En este contexto, la fenomenología puede ser una herramienta útil para la arquitectura, ya que puede proporcionar una comprensión más profunda de la experiencia humana, lo que a su vez puede ayudar a diseñar edificios que se adapten mejor a las necesidades de las personas y a su entorno. La fenomenología también puede ayudar a los arquitectos a entender cómo los aspectos materiales y estéticos de un edificio afectan a la experiencia de las personas que lo habitan.

Por otro lado, la arquitectura también puede ser vista como una forma de “fenomenología construida”, en la medida en que se trata de la creación de espacios y lugares que permiten los desarrollos de la experiencia humana. De este modo, la arquitectura puede ser vista como una forma de comprensión práctica de la fenomenología, como una fenomenología en ejercicio, en la que se traducen los conceptos teóricos en espacios concretos.

 

[Ejercicio y Representación].

La filosofía fenomenológica, como ampliación de la filosofía clásica, y las revoluciones contemporáneas del arte a principios del siglo XX han puesto en evidencia una antigua cuestión, que es el núcleo crítico de la denominada Estética Fenomenológica: la distinción medieval in actu signato e in actu exercito; la oscilación inevitable entre el ejercicio y la representación. Tanto en la fenomenología como en la práctica arquitectónica hay una oscilación insalvable entre su ejercitación y su representación, entre lo que los escolásticos llamaban signación (in actu signato) y lo que llamaban ejercicio (in actu exercito). ¿Qué significa esto?

La fenomenología, desde su fundación por Edmund Husserl a finales del siglo XIX, a partir de sus intentos de sistematización y de sus manuscritos de investigación, ha puesto en marcha, en ejercicio (in actu exercito), una serie de mecanismos, dinamismos, para los que no ha tenido suficiente representación (in actu signato). Esta aparente paradoja coincide con la puesta en ejercicio, sin suficiente representación, de los mecanismos de la física contemporánea y de las vanguardias artísticas en el espacio general de las artes. Siempre lo efectivo desborda, por sobreabundancia, a lo pretendido intencionalmente.

Desde la dialéctica productor-receptor, la arquitectura ha exhibido un excepcional dominio para ejercitar recursos puramente fenomenológicos sin necesidad de tematizarlos de un modo explícito. Este “andar a ciegas” es habitual en todo el espacio general de las artes, especialmente en la arquitectura. El productor es el primer receptor de la obra y esta primera recepción guía y dirige la práctica, sin necesidad de conocer de un modo predicativo los dinamismos fenomenológicos que intervienen en la experiencia del espacio, del tiempo, del cuerpo, de la afectividad y de la simbolización. La tematización explícita de estos dinamismos, su conocimiento reflexivo y consciente, puede dirigir la práctica con una mayor efectividad. La arquitectura contemporánea puede ampliar sus horizontes de producción, incorporando los recursos de la fenomenología en la práctica arquitectónica.

[Fenómenos extremos].

El carácter extremo del diseño en la arquitectura estriba en su proximidad a la experiencia artística, sin desligarse de su funcionamiento puramente funcional e imaginativo. En el linde entre la objetividad y la fantasía reside la condición de esta marginalidad, entendida como divisoria entre dos regímenes arquitectónicamente colindantes: el de la percepción objetiva, imaginativa, y el de la percepción en fantasía, o fantasía perceptiva[5].

Es en el contexto artístico de la arquitectura, como ámbito paradigmático, donde se exhibe con manifiesta evidencia este carácter extremo, si bien los rasgos de esta difusa demarcación aparecen también en otras áreas como la ingeniería, la tecnología, la moda, la danza o el diseño gráfico[6]. En la arquitectura la percepción queda anclada a la habitabilidad y a la utilizabilidad (efectividad y objetividad) y, sin embargo, genera una imagen única del lugar que puede reproducirse virtualmente de un modo repetible, en forma de estilo, corriente artística o tendencia (no objetivada y con identidad).

 

[Espacialidad, temporalidad, corporalidad y afectividad].

En la arquitectura asistimos a un conflicto originario, aquel que enfrenta el espacio de la experiencia humana con el espacio de la naturaleza[7]. Vivimos, a la vez, el espacio a nuestro alrededor y el espacio sobre la tierra, y en todos los casos hacemos espacio. Esta espacialización es simultánea a nuestra experiencia de la espacialidad topológica, donde generamos la orientación, la localidad y la exterioridad. A su vez, esta espacialización es simultánea y diferente a la espacialidad métrica de puntos y distancias[8]. Sin embargo, tanto el hacerse del espacio como su topología y su métrica toman el cuerpo, la corporalidad [Leiblichkeit], como punto cero o célula de espacialización[9], con sus kinestesias de fantasía, con las kinestesias del cuerpo vivido [Leib] y con aquellas que caracterizan a los afectos emocionales (kinestesias corpóreas)[10].

La interioridad del Leib no es sino su lugar: el límite inmóvil, aunque insituable en el espacio, que envuelve al ‘Leibkörper’. Ese lugar “interior” envuelve “exteriormente” al cuerpo. Se cruzan la interioridad-exterioridad del espacio de distancias y la interioridad-exterioridad del espacio de lugares. Ese aquí absoluto que representa el cuerpo, como lugar privilegiado, nos proporciona el espacio del lugar, después de la orientación y la localidad, la interioridad. Este espacio es reconstruido ciegamente por la arquitectura. Husserl habla de la unificación en un solo lugar-suelo de una multiplicidad de lugares-suelos, de lugares-hogares.

La espacialidad métrica de puntos y distancias, aquella que sucede en una temporalidad objetiva está constituida por perceptos objetivos y forma parte de la efectividad del mundo de los objetos y de sus construcciones objetivas. Aquella otra espacialidad, que no es tridimensional, en la que no hay ni puntos ni distancias, ni un espacio en el sentido euclidiano, es espacialidad de orientación, donde se manifiesta la interioridad frente a una exterioridad dimensionada. Es una espacialidad que no necesita del anclaje de unas distancias fijas. Ese espacio es lugar, tópos, locus, y por ello podemos denominarlo espacio topológico, o espacio de situación (de sinere, asignar un lugar), con sus dos funciones básicas: orientación y exteriorización. La reduplicación de esta topología fenomenológica es la topología matemática, con sus nociones precisas de entorno abierto, vecindad, puntos límites o de acumulación, conjuntos cerrados, clausura, frontera, etc.

Si bien la espacialidad métrica está dominada por la percepción objetiva y por la imaginación, en sus acepciones fenomenológicas, sin embargo, la espacialidad de orientación “recrea” el espacio, percibido ahora en fantasía a través de la vivencia del cuerpo interno [Leib] y de sus kinestesias corpóreas[11]. Esta es la principal diferencia.

En consecuencia, las síntesis y dinamismos utilizados en la constitución de la espacialidad métrica son síntesis activas, objetivas, mientras que en la espacialidad de orientación estas síntesis son pasivas, síntesis de apercepción no objetivas, no objetivables, pero con identidad, es decir, fantasías perceptivas [perzeptive Phantasie]. Husserl definirá estas síntesis en el texto 18 del volumen XXIII de la Husserliana, el dedicado a las presentificaciones intuitivas: fantasía, conciencia de imagen y recuerdo. El arte será el dominio de la fantasía [Phantasie] en forma perceptiva[12]. Sin embargo, el diseño arquitectónico, que debía limitarse al dominio de la percepción objetiva y de la imaginación, al nivel de lo efectivo, incursionará de modo extremo en el ámbito de la percepción en fantasía. De este modo, tal fenómeno podrá reproducirse y, a su vez, ser objeto de experiencia artística.

El espacio arquitectónico da muestras del espacio interior de la experiencia humana. A través de la tendencia extrema del diseño a invadir el régimen fenomenológico de la fantasía, el espacio de la experiencia abandona su configuración objetiva y se universaliza virtualmente como el arte, reproduciéndose como objeto o construcción. En esta virtualización reproductiva de la imagen arquitectónica, lo que ocurre en la escala fenomenológica es controlado técnicamente en la escala macroscópica de la praxis objetiva[13]. De este modo, el diseño arquitectónico, sin ser arte, y de un modo contradictorio y extremo, aspira a proyectar el mundo más allá de la imaginación.

Sólo cuando la fenomenología fue capaz de detener, de suspender, la continuidad de la serie natural, el naturalismo, y de invertirla como serie fenomenológica, se hizo posible analizar los niveles espaciales y temporales. La mayor dificultad se encontró en el mismo lugar en el que la arquitectura había explotado ciegamente sus recursos, en esa extraña configuración de espacialidad temporalizada sin distancias y de temporalidad espacializada sin presentes, esa espacialidad/temporalidad central y mediadora, donde se da la orientación y donde se distingue la interioridad de la exterioridad. El espacio y el tiempo de la arquitectura.

 

[Simbolización].

Símbolo (Symbállô, Symbolê, Sýmbolon) tiene un significado etimológico de “reunión”, “contrato”, “juntar”, “poner de acuerdo”, “encontrarse con”. Simbolizar implica organizar mediante alguna actividad, componer lo separado. El símbolo no trata de sustituir, sino de organizar lo que está más bien indeterminado, es decir, tiene una función práctica de determinación. La acción subjetiva que transcurre a través del símbolo perfecciona el objeto del símbolo[14].

La instancia de simbolización caracteriza al diseño arquitectónico, en todas sus manifestaciones. En ese régimen fenomenológico, propio de la objetividad, la vivencia de la espacialidad y de la temporalidad quedan determinadas en el proceso de constitución. El lugar y la duración se exhiben en sus diferentes niveles de fenomenalización. La afectividad está entre el nivel de las emociones prácticas y el nivel de los sentimientos. El espacio de orientación se constituye entre una temporalidad vivida y un mundo de operaciones, el mundo de lo efectivo.

La naturaleza simbólica de los objetos de diseño y de las construcciones arquitectónicas modifica nuestra experiencia del tiempo, del espacio y de la afectividad. Es la vivencia del cuerpo la que posibilita estabilizar esta naturaleza simbólica. Es por ello por lo que decimos que el diseño se vive con el cuerpo, que es punto cero: el paso de los afectos objetivos, o emociones prácticas, a los sentimientos en el nivel de lo artístico. Un centro de orientación cuyo aquí absoluto es un topos, un lugar que toma al cuerpo como aquí absoluto, como cuerpo interno, como Leib kinestésico, que ya no es solamente el sujeto natural, el sujeto de praxis en el mundo objetivo[15].

Cuando la práctica arquitectónica se simboliza, amplía los dinamismos propios de la subjetividad en la génesis de sentido. No conocemos los límites de esta ampliación y su relación con los mecanismos de nuestra experiencia. Esta dinámica es propia de la dinámica de la experiencia. La estabilidad que aporta el proceso de simbolización va generando sentido, y este sentido va a ser compartido intersubjetivamente. Cualquier carencia o deuda simbólica puede ser compensada por la construcción de un mundo a la mano, al cuerpo, que hace lugar y orienta en un espacio de situación.

El diseño arquitectónico en la actualidad puede funcionar como un dispositivo de compensación que responde a la pérdida de simbolización propia de la sociedad contemporánea. No obstante, puede derivar en cacofonía, redundancia, inservibilidad, espacio basura, mamotreto, ruido o insustancialidad. También puede ser utilizado como instrumento de propaganda y como nexo universal de una comunidad.

La humanidad ha diseñado y construido el mundo con un carácter simbólico. Tal como ocurre en el arte, la arquitectura es un dispositivo de diversión, subversión, emancipación y reacción, pero también es un instrumento de tedio, inversión, dominio y sometimiento. Es una expresión de estabilidad y trascendencia. El símbolo no trata de sustituir, sino de organizar lo que está más bien indeterminado. Como dijimos al principio, tiene una función práctica de determinación.

 

[Fenomenología de la arquitectura].

El fenómeno de la arquitectura reactiva los viejos problemas de una denominada “Estética fenomenológica”[16], pero, además, exhibe las actuales dificultades de una fenomenología renovada como reformulación filosófica del devenir de la filosofía contemporánea, desde los albores del siglo XX hasta la actualidad. Funciona como una extraña “luz negra” que pone en evidencia aquellos aspectos que la filosofía clásica no ha terminado de elucidar, siendo una prueba de resistencia para todas las sistematizaciones que han pretendido aproximarse a la naturaleza de la imagen y a su configuración como imagen del mundo.

La actualidad demanda una oportuna reflexión sobre el fenómeno de la arquitectura, entre otros fenómenos, desde categorías estéticas y filosóficas. La urgente necesidad de una “Fenomenología de la arquitectura” queda justificada tanto desde la práctica real del mundo de la vida como desde la fundamentación filosófica. Tras el fenómeno de la arquitectura encontramos toda una trama y una urdimbre de lo humano, como punto de partida donde ejercitar los mecanismos que hacen posible nuestro encuentro con la constitución de la realidad.

El distanciamiento, el extrañamiento y la des-objetivación se unen a la cercanía, la familiaridad, la habitabilidad y la utilizabilidad de las construcciones, ordenaciones, edificios e imágenes de la arquitectura contemporánea. Una fecunda contradicción en el seno de este fenómeno en cuanto fenómeno avala las vanguardias artísticas del siglo XX y los cambios en nuestra percepción de la vida cotidiana.

La filosofía, y en este caso, la filosofía fenomenológica, ha de saber trasladar sus conclusiones a los grandes retos de la actualidad y del tiempo por venir. El fenómeno de la arquitectura representa hoy este extraordinario reto. Saber trasladar los resultados a la teoría, en la comprensión de nuestra imagen contemporánea, ampliar esta comprensión, e ir más allá de los límites de nuestro pensamiento, son los objetivos últimos de una fenomenología de la arquitectura.

 

[1] Álvarez Falcón, L. (2007), “La indeterminación en el arte”, en Astrolabio, Revista internacional de filosofía, nº 5, Barcelona: Universitat de Barcelona.

[2] Álvarez Falcón, L. (2013), “Arquitectura y fenomenología. Sobre la arquitectónica de la indeterminación en el espacio”, en Eikasia, Revista de filosofía, nº 47, Oviedo: Eikasia ediciones.

[3] Álvarez Falcón, L. “La necesidad de un pensamiento fenomenológico y los presupuestos de una estética trascendental: reducción estética y reducción fenomenológica”, en En los márgenes de la sensibilidad y del arte. Aportes para una estética fenomenológica y una hermenéutica-ontológica de lo artístico. Román Alejandro Chávez Báez, Ricardo Gibú Shimabukuru (Coordinadores). Fides Ediciones, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), México 2021.

[4] Álvarez Falcón, L. “El lugar en el espacio. Fenomenología y Arquitectura”, en FEDRO, revista de estética y teoría de las artes, Universidad de Sevilla, 2014.

[5] Richir, M. (2004), Phantasia, imagination, affectivité: phénoménologie et anthropologie phénoménologique. Grenoble: Editions Jérôme Millon.

[6] Álvarez Falcón, L. (2020). “Fenomenología del diseño: la reproducibilidad y el diseño de las imágenes, de los espacios, de los tiempos y de los afectos”, en Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos, nº. 109, (Ejemplar dedicado a Creatividad, emoción y espacio), Buenos Aires, pp. 153-161.

[7] Pedregosa, P. (2019), “Sandalias, muros y casas, o cómo armonizar el cuerpo con la naturaleza”, en Escribano, X. (ed.). (2019), De pie sobre la tierra: caminar, correr, danzar. Madrid: Editorial Síntesis.

[8] Sánchez Ortiz de Urbina, R. (2014). Estromatología. Teoría de los niveles fenomenológicos. Madrid: Brumaria-Eikasia.

[9] Álvarez Falcón, L. “Body, art and spatialization. Ten theses on a phenomenological approach to corporeality in art and politics”, en Laocoonte. Revista de Estética y Teoría de las Artes. Vol 1, No 1 (2014): Número 1. Editada por SEyTA con la colaboración del Departamento de Filosofía y el Institut de Creativitat de la Universitat de València, el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid y el Departamento de Estética e Historia de la Filosofía de la Universidad de Sevilla.

[10] Álvarez Falcón, L. “O corpo intermediário. Uma aproximaçao fenomenológica”, en Revista Filosófica de Coimbra. Universidade de Coimbra. Coimbra, Portugal 2019. “El cuerpo intermediario. Una aproximación fenomenológica”, en Investigaciones Fenomenológicas sobre la Corporalidad. Coordinadores: Rubén Muñoz, Jorge Medina Delgadillo, Roberto Casales García. Editorial Tirant lo Blanch, Colección Plural, México, julio 2020.

[11] Richir, M. (2010), Variations sur le sublime et le soi, Grenoble: Editions Jérôme Millon.

[12] Husserl, E. (1980), «Zur lehre von den anschauungen und ihren modis», en Phantasie, Bildbewusstsein, Erinnerung. Dordrecht-Boston-London: Kluwer Academic Publishers, pp. 498-523.

[13] Álvarez Falcón, L. (2019), “Ampliación fenomenológica de la imagen en los nuevos medios”, en López Sáenz, M.C. y Trilles Calvo, K.P. (2019), A las imágenes mismas. Fenomenología y nuevos medios, Madrid: Ápeiron Ediciones.

[14] Sánchez Ortiz de Urbina, R. (2021). Orden oculto: ensayo de una epistemología fenomenológica. Oviedo: Eikasia ediciones.

[15] Álvarez Falcón, L. (2022). “Sobre una fenomenología del diseño”, en Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos, nº. 167, (Ejemplar dedicado a Creatividad, emoción y espacio II), Buenos Aires, pp. 131-144.

[16] Álvarez Falcón, L. (2009), Realidad, arte y conocimiento: La deriva estética tras el pensamiento contemporáneo, Barcelona: Editorial Horsori.